
A pesar de que este año la celebración de la fiesta se desarrolló en la ciudad y no en Tierra Santa como los mismos feligreses señalan, de igual forma estuvo cargada de emoción, esperanza y fe.
Los bailarines agitaban sus panderos y los fieles sus pañuelos blancos admirando la imagen de la Virgen que ya a esa hora era trasladada desde la parroquia hacia la calle.
El traslado de las personas hacia los distintos puntos generó un pequeño atochamiento evitando que se pudiera circular con tranquilidad, debido a la angostura de las aceras.

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